NOTA N° 9: «El mundo como voluntad y representación» (1819, 1844, 1859), de Arthur Schopenhauer (1788-1860), por Editorial Losada, con traducción y prólogo de Eduardo Ovejero y Maury. Obra maestra de la filosofía, escrita por un gran pensador y un gran escritor. El autor muestra erudición no sólo en filosofía sino también en literatura, química, física, matemática, biología y teología; tiene por grandes maestros a Platón y Kant y desdeña enérgicamente a Hegel, a quien considera el gran mal de su época. El hilo conductor más importante de esta obra es la diferencia entre los fenómenos y el más allá de los fenómenos, es decir, entre las representaciones, el tiempo, el espacio y la causalidad (todo eso que él llama el principio de razón), por un lado, y la voluntad, única cosa en sí, en el sentido kantiano, por el otro lado. Dicho de otra forma y por él mismo, dos son los principios fundamentales de su filosofía: 1) la rigurosa distinción entre voluntad e inteligencia, y 2) la supremacía de la voluntad.
Dice que la razón es de naturaleza femenina: sólo puede dar después de haber recibido.
Que para la creación artística lo apropiado son los sentimientos y las intuiciones, y no los conceptos de la razón.
Que la condición de la filosofía ya fue dada por Platón, esto es, el conocimiento de lo que los diversos fenómenos tienen de idéntico y de lo diferente en los semejantes.
Que el poder de la verdad es increíblemente grande y su duración indecible.
Que la vida humana oscila entre dos polos: la necesidad, el dolor, la falta (la voluntad insatisfecha), por un lado, y el hastío (voluntad satisfecha), por el otro lado, que han sido simbolizados con el infierno (carga de todos los males) y el cielo (el aburrimiento), combatidos por los Estados con la fórmula «pan y circo», respectivamente.
Que el egoísmo es la forma del deseo del vivir.
Que toda poesía es el fiel espejo de la naturaleza del mundo y de la vida.
Que la filosofía debe colocarse en el punto de la generalidad.
Que al pueblo no se le puede presentar la verdaQue el punto de partida de toda filosofía sincera es el convencimiento de la verdad de Sócrates, el más sabio de los mortales: sólo sé que no sé nada.
Que Shakespeare es el primer poeta, porque es quien tuvo el mérito de la pintura más exacta de los caracteres y más conforme a las leyes de la naturaleza.
Que la naturaleza no miente jamás (es franca y sincera siempre).
Que sin la verdad no hay belleza artística.
Que la vida es un negocio que no cubre los gastos; que no es un don que se recibe sino una deuda que se contrae, de la cual sólo es posible pagar los intereses y cuyo capital se paga con la muerte.
Que los pueblos no son más que abstracciones, ya que sólo los individuos existen realmente.
Que la naturaleza humana está inclinada siempre a tendencias bajas y malas.
Que la salvación sólo es posible por medio de la aniquilación de la voluntad, fuerza natural imparable, que no entiende de razones (por ejemplo, a través de la santidad y el ascetismo).d desnuda.
Dr. Alexis Daniel Vaneskeheian
(MN: 35520) (MP: 94705)
Psicólogo clínico de orientación psicoanalítica y docente
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