- Son temores extremos y/o irracionales sistematizados sobre un objeto específico -el objeto fobígeno- que resultan más o menos desconcertantes para la conciencia; en todos los casos, la fobia constituye un síntoma de la sistematización de la angustia: la experiencia enseña que detrás de todo síntoma fóbico hallamos estados de angustia. En la claustrofobia, por ejemplo, el yo del enfermo teme a los lugares cerrados (un ascensor, una habitación pequeña), sin que pueda explicar con precisión qué es lo que teme. Las fobias no se centran necesariamente sobre un sólo objeto fobígeno; hay casos de fobias combinadas (por ejemplo, claustrofobia combinada con acrofobia o temor fóbico a las alturas).
- Sin una solución adecuada, los temores fóbicos no sólo no se curan espontáneamente (salvo alguna rara excepción) sino que, además, evolucionan hacia lo que se llama “la contaminación fóbica”, esto es, la afectación de las diferentes áreas de la vida del enfermo (laboral, familiar, personal): es el proceso según el cual ese temor específico se propaga hacia otros temas asociados, perjudicando la existencia del paciente y su entorno.
- La indicación terapéutica es la psicoterapia (terapia a través de la palabra), la cual establece el diagnóstico y esclarece por medio del análisis la angustia oculta tras el temor fóbico. En casos de fobias más graves, el tratamiento combina la psicoterapia con los psicofármacos indicados por la especialidad médica psiquiátrica.
- En general, el tratamiento tiene buenos resultados, pues no sólo logra una comprensión de este síntoma desconcertante para la conciencia sino que también, y sobre todo, libera al enfermo de semejante carga.
Dr. Alexis Vaneskeheian
Psicólogo clínico de orientación psicoanalítica y docente
(MN: 35520) (MP: 94705)
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